Vivencias

Por: María Alejandra López Urquijo

 

Y acá me tienen de nuevo escribiendo de  algo que me parece dramático y cotidiano a la vez, pensarán muchas mujeres que soy una feminista empoderada haciendo valer mi derecho y posición de mujer.  Algunos varones, esos especímenes que nos hacen suspirar pero también llorar, gritar y enloquecer, pensarán que soy una loca desquiciada que los persigue con una hacha, ni lo uno ni lo otro, solo una mujer que vivió mucho tiempo sin hacer valer sus derechos y que hoy, solo cuenta vivencias llevando una cicatriz en el alma y un esbozo de sonrisa en el rostro.

Hace algún tiempo escribí con letra y corazón propio una experiencia que desgarró mi vida, una vivencia que no solo me hizo fuerte sino terriblemente desconfiada, al punto que hoy a unos días nada más de ir recuperándome, me encuentro frente a frente con un tragicomedia de esas que nos recuerdan los novelones venezolanos, en los que aún creemos algunas mujeres como yo. Entiendo que las mujeres fuertes y “berriondas” como ustedes no les pasan estas cosas, nunca les rompen el corazón, nunca lloran por un hombre, nunca se humillan y menos mendigan amor; eso solo lo vivimos las mujeres como yo. Pero bueno, no todas las personas podemos digerir y aplicar en la vida las medidas necesarias para evitar ser lastimadas en una relación, sin embargo después de comer en varias oportunidades de la que sabemos, comprendí que quien te lastima no te merece y menos te ama. No busques excusas, la humillación, la grosería, las malas palabras, los golpes, los empujones, la denigración, no forman parte del amor, deja de meterte en un novelón con final feliz, porque lo más seguro es que salgas de esa relación con los pies para adelante.

Retomemos… hay días en los que uno no espera encontrarse tan de cerca con un drama, todo empezó con una charla sobre cosas triviales pero terminó con una terrible y desgarradora historia de humillación y daño,  esta vez no era la mía, esta vez no era yo la protagonista, esta vez era yo la observadora.  Entonces comprendí como me vieron los que realmente me amaban cuando el drama fue mío, ahora entiendo sus crudas y desgarradoras opiniones, ahora entiendo que quien me hizo daño no me amó. Lo entendí porque esta vez como espectadora, me daba cuenta que esos amores perros te minimizan, te hostigan y acaban haciéndote creer que eres una demente salida de los confines del infierno, que ellos son víctimas en manos de mujeres desquiciadas, celosas posesivas y asfixiantes. Nosotras simples idiotas, si, simples por no tener el coraje de decir NO!, esperamos ansiosas las caricias, besos llenos de supuesto amor que nos lleven al orgasmo de nuestra vida; tenemos que reconocer que el sexo de pelea y reconciliación es el mejor para masoquistas como yo. Aquí entra en acción nuestro caballero andante, ese que nosotras idealizamos porque realmente pensamos que no nos merecemos más, se pavonea cual gallo de pelea mostrando sus espuelas y nosotras caemos rendidas a tales y desfachatados encantos; rematamos dicha condición creyendo que todas las mujeres van a morir por ellos, que como el mismo Jesucristo entregaríamos la vida por dicho macho cabrío.

De esa manera pasan los días, los meses, los años, y nosotras ahí entregando hasta la última gota de sangre; ellos como pavos reales en pasarela, poniendo el cuerno hasta con señora de la esquina.

Al final dicho adonis nos abandona, porque ¡Nos deja! ¡Nos deshecha! eso si, después de hacernos saber que no somos nada sin él y que mucho menos vamos a tener otra oportunidad con alguien más. Aquel sin el cual no podíamos vivir porque literalmente éramos unos chicles,  no teníamos vida propia y la que había, eran solo las migajas que nuestro adorado y venerado latigador nos permitía. Cuando nos abandona creemos morir, que nuestra vida terminó y que nuestro futuro estará en  un cesto de basura y nos momificamos, porque para nosotras la vida se acabó.

Te tengo una buena noticia, vas a salir de esta y de muchas más, te vas a dar cuenta que hay orgasmos mejores porque obviamente hay pitos mejores, te vas a dar cuenta que maduraste tanto, que ahora no solo pides sino que exiges lo que quieres, y que en un tiempo cuando veas que ese no era tu  dios ese a quien adorabas más que a tu vida, una vocecita por allá dentro de ti va a retumbar en tu cabeza diciéndote, ¡amiga mía! ¿Qué pasaba por tu cabeza cuando te metiste en semejante experimento? entonces sonreirás para tus adentros, pensando que estabas loca y sí que lo estabas, pero que solo  era la cuota inicial de la vida maravillosa que tienes ahora.

Eso sí, cuando lo veas escóndete o sal corriendo porque uno no sabe si él piensa en querer volver contigo y como dice un viejo adagio, lo único que se recicla es la basura y las mujeres no trabajamos en el basurero municipal.

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