
Por: Leonardo Franco Arenas – www.latardedelotun.com ———————–
Andrés Manuel López Obrador – AMLO – Presidente de México visitó hace algunos días Washington, si bien como candidato varias veces a la presidencia, fue siempre claro en su discurso anti norteamericano, enmarcando en la última campaña su posición con fuertes palabras contra las políticas anti inmigrantes de Trump y el manejo dado a la política fronteriza, el muro y la política económica entre muchas.
Escribía López Obrador en su momento, “No podemos consentir una política de Estado que menoscabe la dignidad de los intereses legítimos de los mexicanos y la nación”. No se entiende entonces qué justificó este viaje de un día, cuáles fueron los beneficios (y para quien) y sobre todo, el cambió de 180° en su discurso como lo tituló el Washington Post “La diplomacia de subordinación de AMLO en la Casa Blanca”.
La imagen de AMLO quedó maltrecha, no solo en su país, si no en la opinión pública internacional que veía en él un presidente que le había plantado cara a Trump, uno de los jefes de estado más xenófobos del mundo. “El hecho de que haya decidido visitar a Trump para alabarlo personalmente y regocijarse por un tratado comercial que ya está en vigor —en medio de una crisis sanitaria y una campaña presidencial, además— no es tanto una señal de heroísmo, como algunos aduladores de López Obrador repiten, sino de capitulación”. Washington Post.
Las rodilleras de AMLO son muestra que aún hoy en el 2020, la subordinación de la mayoría de los países americanos y de otros ámbitos de la geopolítica mundial, es evidente.
Se puede especular que esta fue una apuesta del presidente gringo dentro de su campaña electoral (30 millones de posibles votantes), buscando pescar adeptos en una comunidad que ha sido golpeada por el mismo desde su posesión en la Casa blanca, una estrategia de campaña; incoherencia de la derecha norteamericana se pensaría. Otra cosa es, ¿que gana México?, de acuerdo a las declaraciones y a lo que se firmó, muy poco, se advierte la ratificación de un tratado que ya existía, palmadas en la espalda, palabras bonitas y lisonjas al pueblo mexicano, al que desde su anterior campaña, no lo baja de “pueblo de violadores, narcotraficantes y asesinos”.
¿Qué ganó López Obrador personalmente? No lo sabemos, quizá sea mucha suspicacia al respecto, pero, arrodillarse cuesta, al uno o al otro. ¿Quién, qué o cuanto pagó?