____Colombia da para todo, incluso para tener un presidente de las características de Iván Duque, si en EEUU sufrieron durante estos últimos años a Trump, los colombianos hemos padecido al inexperto adolescente tardío que impuso el eterno desde el 7 de agosto de 2018. Muchas han sido las anécdotas vergonzosas que están evidenciadas en estos tres años de gobierno, aun produce rubor recordar las saludes que le dio al rey de España de parte de Uribe y Pastrana, las cabecitas y el tema de conversación en la visita al Santiago Bernabéu. La cara de incredulidad y sumisión en su primera visita a la Casa Blanca y, el traje en fomi de su esposa. Hay mucha literatura sobre el comportamiento juvenil, desparpajado y fuera de los protocolos para un primer mandatario: Aprovechar cualquier tarima, fiesta o reunión social para sacar sus dotes de cantante ranchero vallenato, para tocar algún instrumento musical, dar rienda suelta a sus gustos de doncel veinteañero, conduciendo cuatrimoto, camioneta etc. De igual manera el gusto por las cámaras y los medios, tanto así que inauguró su propio programa de TV en horario estelar, este, con la más baja sintonía en la historia televisiva del país en esa franja. Mientras el disfruta de estas majaderías propias de una persona con menos responsabilidades, el país se desmorona y lo manejan terceros que si saben para que es el poder y la corrupción.
El presidente Duque en cada alocución pretende demostrar que es un súper héroe para Colombia, que es la cabeza de la nación y que su labor está muy por encima de todos sus predecesores, sin lograrlo. Los asesores de imagen de la casa de Nariño, con Hassan Nassar como coequipero, establecen estrategias para abrillantar y resaltar la cada vez más deteriorada imagen del mandatario, esto, no pasa de ser un mal chiste porque los exabruptos son continuos y cada día más graves por la arrogancia y prepotencia de este conciliábulo. Las mediciones de aceptación están en rojo, las peores cifras históricas.
La ineptitud, la falta de interés en los temas importantes para la nación entre otras, han tenido un costo muy alto; los días sin IVA en plena pandemia disparó los contagios, las promesas de recuperación de Providencia y San Andrés islas en 100 días, luego del paso de huracán Iota, la adquisición de las vacunas, las ayudas a las grandes corporaciones y entidades bancarias y el olvido a los medianos y pequeños empresarios que sostienen el 90% de la economía colombiana, las reformas impulsadas, son solo una pequeña muestra de lo que ha sido este funesto gobierno.
Este promocionado “súper héroe” no pasa de ser un despistado y engreído fanfarrón, que por decisiones tomadas en otras instancias se encontró al mando de esta republiqueta bananera, sirviendo al titiritero que tras bambalinas lo mueve, al mismo ventrílocuo que ordena a través suyo, las mil y una fechorías sin el más mínimo asomo de vergüenza.
Seamos realistas, aquí no tenemos imaginariamente un Clark Kent, Bruce Wayne, Peter Parker, Barry Allen, ni siquiera el pequeño Robin para compararlo con Duque, a duras penas a este personaje solo le alcanza para ser una parodia del antihéroe, un perdedor y mediocre oficinista, La Garrapata o en el peor de los casos el Chapulín colorado por su torpeza y bufonesco comportamiento. Lo que si tenemos son millones de héroes anónimos, de carne y hueso que diariamente luchan para sacar adelante a sus familias en los diferentes estratos socioeconómicos, pero llegó el momento como en USA de cambiar este horrible presente, el de los últimos 20 años.