Soldadito p’al plomo.

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___Hijo de militar, nació en el hospital militar y estudió en colegio militar. Presentación sin ningún rubor del nuevo ministro de defensa nacional por parte del presidente Duque, insípidos méritos del subordinado en la cartera más sensible en el gobierno. Las estrategias que se van a aplicar desde allí, aunque sabemos, ninguna por iniciativa del primer mandatario y menos por el ministro, son órdenes superiores y por motivos diferentes a buscar la paz y la tranquilidad de los colombianos.

Diego Molano, administrador de empresas de la Universidad del Rosario, especialista en integración internacional y master en Administración Pública, burócrata de carrera ha ocupado importantes cargos en el sector público, fue concejal de Bogotá por un periodo. Es una de las fichas claves dentro del CD, pero con este nombramiento pasa de ser un aventajado peón a alfil de gran importancia en el uribismo. No fue militar porque su padre deseaba que fuera profesional universitario según sus propias palabras, de todas maneras no se puede pasar por alto su cercanía a las fuerzas militares por la condición de hijo de la fuerza y por esa influencia; ahora en sus primeras declaraciones, se mostró como un ministro de los de antes, MINISTRO DE GUERRA, no como los civilistas que habíamos visto en los últimos años con cierto criterio humanista, excepto Pinzón, ese si un soldadito de plomo.

Llegó este ministro amenazando y prometiendo plomo a diestra y siniestra para acabar con la “inseguridad” del país, metiendo en esta gran licuadora, el narcotráfico, todos los males de la nación: guerrilla residual, paramilitares, disidencias, las bacrim, delincuencia común, escuadrones de la muerte, etc. exterminarlos sin distinción. Varios temores surgen de estas declaraciones, es cierto que la delincuencia y los grupos armados de diferente naturaleza deben ser combatidos por el Estado, pero se debe tener en cuenta no activar la inhumana doctrina de “tierra arrasada”, esta, donde actores ajenos al conflicto como población civil, activistas de diferente índole caen abatidos por el fuego cruzado o las armas del establecimiento. La aspersión con glifosato, la guerra frontal contra el narcotráfico, el nuevo peor enemigo del gobierno colombiano, son las dos más importantes líneas estratégicas del plan de acción que proyecta el nuevo ministro, nada se ha escuchado a cerca de la seguridad en las regiones, de preservar la vida de líderes sociales, campesinos y demás grupos vulnerables a la violencia desatada en el territorio colombiano.

No olvidemos que nuestra violencia se genera por causas políticas, económicas y sociales, tampoco que el ministro Molano fue quien propuso la exótica y descabellada idea del protestódromo. Ojalá no sea un “soldadito pal plomo”

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