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______ Por estos días se cumple un año, si, ¿pasa rápido el tiempo verdad? Nos cogimos de la mano y saltamos, no hacia el abismo, saltamos hacia arriba, al infinito, al futuro. Con optimismo y algo de cautela, yendo paso a paso en una relación que hacía pocos días era impensada, ¡JA! La vida te da sorpresas recita el buen Blades. A estas alturas de la vida es complicado para dos personas en edad “madurita” entenderse y sobre todo ceder en las costumbres aprendidas, “mañas” dirían los abuelos, es complejo, pero no inalcanzable. Hemos compartido una espléndida etapa, con tiempos más buenos que difíciles, momentos de crecimiento recíproco, de mutuo bienestar.
Relacionarse es difícil, no equivocarse es utópico, perder la cadencia y el ritmo es natural, pero como en todo buen baile, de nuevo hay que coger el paso. La pareja es lo más importante, luego llegarán las risas y la alegría del aplauso.
Los vínculos valiosos se fortalecen cuando existe la determinación de corregir el compás y se tiene el valor de aceptar errores para cambiar el paso, mejorando la armonía si estamos seguros que es la pareja correcta.
Hace un año ya, uno que hemos descontado de nuestro corto calendario para crecer juntos cada día, en esta realidad de veteranos que nos reúne ahora cuando ya nuestros hijos y nietos tienen sus vidas aparte y estamos casi solos. Soledad justa y disfrutada por la experiencia y la satisfacción de deberes cumplidos, aquella que nos permite renacer en estos años maduros con la pericia que da el tiempo, escoger que hacer y con quién descubrir las nuevas viejas cosas de la vida.
Equivocarse es una tradicional costumbre del humano, que, al no hacerlo, dejaríamos de serlo, todos pasamos por esto y sin excepción queremos tener un apoyo, un incentivo para superar adversidades para un mejor vivir.