
Comentario inicial, Leonardo Franco Arenas – www.latardedelotun.com
_____ «De acuerdo, el primero luego de la película se cree el Non plus ultra de los escritores colombianos, el faro moral e intelectual. El segundo tuvo un cuarto de hora cuando los medios lo pusieron de moda junto a lagartería bogotana arribista y snob, se creyó el cuento de ser un portento humanista e intelectual hoy día levita.
______ Es la verdad sin adornos».
_____ LOS ESCRITORES COLOMBIANOS NO SABEN PENSAR
Por: Felipe A. Priast / de su Facebook personal – www.latardedelotun.com
No es lo mismo ser “escritor” que “intelectual” o “pensador”. Por razones que escapan a mi inteligencia, se ha creído que ser escritor automáticamente te convierte en pensador o en intelectual, cuando ese no es precisamente el caso. De hecho, yo diría que en Colombia tenemos una gran tradición de buenos escritores, que son unos intelectuales y unos pensadores de pacotilla, empezando por García Márquez, a quien le he leído muchas buenas novelas, pero a quien nunca le oí decir nada interesante. Mucha frase cliché como “lo único que me duele de morir es que no sea de amor”, pero nuestro querido Gabo, la verdad, nunca se destacó por su portento intelectual.
Yo creo que he visto casi todas las entrevistas que se le han hecho a García Márquez que existen en internet, y todavía no he visto una en donde haya dicho algo que me haya partido el ojo.
Sin embargo, sus novelas son otra cosa, quizá porque cuando uno escribe uno pasa a una especie de “État second” que llamaba Cortázar, en donde ciertos instintos y poderes subconscientes se hacen cargo de lo que uno escribe. Pero, conscientemente, García Márquez nunca dijo nada interesante en su vida.
Esa tradición de “pobre-pensamiento” colombiana parece haber sido recogida por algunos -sino la mayoría- de los escritores de mi generación, entre los cuales incluyo a dos que hoy están en las noticias por diversos motivos.
Uno de ellos es Héctor Abad Faciolince, que a pesar de tener una brillante redacción, es un niño a la hora de reflexionar.
El otro es Mario Mendoza, quien en una entrevista con otro escritor de poca monta intelectual, como lo es Juan Carlos Botero, se fue en contra de Petro adhiriendo al discurso del “desastre” asumido por la oposición en Colombia, un discurso falaz que no se ajusta a la realidad.
En el caso de Faciolince, el tipo para mi es el epítome del “anti-escritor”, pues, en lugar de asumir una posición discreta sobre su oficio, es el exhibicionista más grande que existe, casi que con estatus de “vedette”, algo que en este oficio no va bien.
Que dizque resultó ligeramente herido en un bombardeo en Ucrania, pues andaba en ese país como parte de un movimiento para el apoyo de Ucrania llamado “Aguanta Ucrania” del cual hacen parte varios escritores latinoamericanos incluyendo al cubano Padura.
Ya ahí empieza mal. Si el tipo apoya a Ucrania en esta guerra, ya ahí me doy cuenta que tiene la brújula perdida, y quizá lo hace así porque sospecha que ese es el lado más conveniente, el lado que Europa apoya, y al él le conviene estar con Europa para ver si algún día le dan el Nobel de Literatura (¡qué risa seria ese Nobel!).
Todos los movimientos de Abad Faciolince son calculados, no llevan intelectualidad o pensamiento. Su obra es mediocre -aunque bien escrita- y su capacidad intelectual es igualmente mediocre.
Yo me he tomado el trabajo de leer por qué Héctor Abad Faciolince, supuestamente, apoya a Ucrania, y su argumento es una niñada, al igual que sus obras (su más famosa novela es una novela sobre su padre). Que dizque porque “Rusia invadió a Ucrania, sin que Ucrania hubiera hecho nada para merecerlo”. Solo un niño o un ignorante es capaz de aportar ese argumento sobre un tema tan complejo como la guerra ruso-ucraniana. Explicarlo de esa forma tan simplista y pobre, es una invitación -aceptada por demás- a no leer nunca más uno de sus libros. Ese parece un raciocinio de alguien influenciado por CNN, no la opinión de un intelectual consumado. Yo estoy seguro que Abad Faciolince puede recitar poemas de Calderón de la Barca, o versos completos de la “Divina Comedia”, pero eso solo lo convierte en un amante de la literatura, no en un intelectual o en un hombre de ideas. Establecer ese puente entre lo que es un hombre de ideas, a partir de la literatura, solo porque alguien escribe, es un error, pues no siempre el puente queda establecido. Una cosa no lleva necesariamente a la otra, por muy bien que tú escribas.
Y buscar ese faro intelectual, solo porque alguien escribe, es un error de una sociedad. Abad Faciolince no nos va a llevar a ninguna parte, él no es guía de nuestra sociedad. Un escritor que va a una zona de conflicto, y va y sube una foto en Twitter con la camisa pringada de tierra después de un bombardeo, solo para despertar solidaridad, es un idiota. Graham Greene estuvo en la Segunda Guerra Mundial, en el “Blitz, en Vietnam antes de Dien Bien Phu, en la Cuba antes de Fidel, en la guerra árabe-israelí del ‘67, y yo todavía no he visto una foto suya como la de Abad Faciolince en Ucrania. Héctor Abad es como uno de esos jugadores de fútbol de ahora que tienen un partido “rough” y de inmediato muestran el moretón a la cámara para que todo el mundo vea como les han pegado de duro. Su exhibicionismo es equivalente a ese de Cristiano Ronaldo, con la diferencia que Abad no es tan buen escritor como Cristiano es futbolista. Su afán exhibicionista me fastidia enormemente, pues yo siempre he dudado de los escritores “vistosos”. El oficio de escribir es un oficio “secreto”, y en el peor de los casos, discreto. Abad es todo lo contrario, con el agravante de que no tiene nada interesante que decir cuando se exhibe.
El caso de Mario Mendoza es distinto.
Mendoza es más discreto, eso se lo reconozco, pero sus opiniones políticas son tan pobres, que no merecen ser comunicadas. Eso de que se arrepiente de haber votado por Petro, y que mejor hubiera votado por Rodolfo Hernández, es una barbaridad completa.
¿Alguien le ha dicho a este estúpido que Rodolfo Hernández ha sido suspendido por 14 años por corrupto? ¿Alguien le puede explicar a este idiota que, si hubiera votado por Hernández, hoy el presidente sería la vieja que era su vice (¿cómo es que se llama?), con la que después terminó de pelea por cuestiones de plata?
Es decir, según el raciocinio imbécil de Mendoza, es mejor un presidente suspendido y absolutamente caótico, como Hernández, que Petro.
Para mi, que un escritor siquiera contemple la opción de votar por un individuo como Rodolfo Hernández, es suficiente para no leerlo nunca más, pues un escritor de esa categoría no tiene nada que aportarme a mí. Uno esperaría un comentario de esos de un paraco, de un traqueto, de un corrupto, pero no de un escritor destacado. Un escritor, casi que por la definición misma del oficio, debe ir un poco más allá del resto de la gente. Si tú te sientas a escribir es porque llegaste a la conclusión de que tienes cosas interesantes que decir que contribuyen a tu sociedad, pero no lugares comunes como los que argumenta Mario Mendoza.
Y peor aún Botero, que se confabula con Mendoza para reproducir esta entrevista y darla a conocer, de lo que se deduce que Botero -quien también es un escritor mediocre- tampoco es un faro intelectual de nada.
So pena de pasar por arrogante, una condición que no niego ni esquivo, tengo que decir que, todavía no he conocido al escritor colombiano que piense con más altura que yo. Hay muchos -yo diría que, quizá, todos- que escriben mejor que yo. Pero que piensen cosas superiores a las que yo pienso, ¡NINGUNO!, lo siento.
Habiendo dicho esto, yo soy un tipo, arrogante, pero justo (jajaja). El día que aparezca un escritor en Colombia que me ilumine con su ideario, lo diré y lo aceptaré como mi superior.
Mientras tanto, me temo que seguiré buscando “faros intelectuales” por fuera del país porque la tierrita no da para más.
Hay algo que en Colombia nunca se ha entendido bien. Escritores buenos en Colombia hay bastantes, por montones diría yo.
Lo que no existen son ideas. Colombia es un país que genera pocas ideas valiosas. Y eso se debe, en parte, a la rígida estructura social del país, que limita el ámbito de las ideas a la capa más alta de la sociedad, como si ser “gente bien” fuese lo único que se requiere para ser un individuo brillante. Juan Carlos Botero podrá ser hijo del “Maestro” Botero, y Abad Faciolince el miembro de una familia prestante de Antioquia, pero con eso no alcanza. Ninguno de los dos está diciendo nada que valga la pena, su “biengentismo” no se traduce en ideas valiosas.
Por eso vivimos atascados como país, pues en Colombia, casi nadie sabe pensar…
Abad Faciolince, Mendoza y Botero debería quedarse callados. Es mejor lo que dicen bajo los efectos del “État second” cuando escriben, que las cosas que dicen cuando no están escribiendo…
Duro darle palo a mis colegas de oficio, pero hoy toca…