
POR Felipe A. Priast – www.latardedelotun.com_____
Las imágenes de los hornos crematorios en la vereda Juan Frío, Norte de Santander, me pegaron duro, lo admito. Y me pegaron duro, quizá no tanto por los crímenes que allí se cometieron entre 1999 y el 2004 sino porque la edificación en sí es bastante similar a Auschwitz. Para aquellos que hemos estudiado historia del siglo XX, el parecido fue asombroso. Esos arcos subterráneos en ladrillo enseguida me trajeron de regreso las Cámaras de Gas, las chimeneas de Auschwitz, el Zyklon-B. Lo terrible de este crimen cometido por los paramilitares, además de la sevicia del crimen, fue la manera intencional como copiaron esos hornos. ¿De dónde sacaron los planos?, ¿quién les enseñó fotos de Auschwitz?, porque es indudable que tuvieron que copiar esos planos para hacer sus propios hornos.
Yo no sé si con JEP alcance en este caso para Mancuso. Para ese tipo de crímenes no puede haber JEP que valga. Y tampoco para Uribe. Ya con esto, el expedienté para la Corte Penal Internacional tiene más carne con la cual ahorcar a ese monstruo.
Pero, al mismo tiempo, siento algo de satisfacción al saber que van a hacer una especie de memorial-museo en el sitio, y que mi sugerencia de hace dos años, cuando estalló el cuento de la profesora del Valle del Cauca que le estaba inculcando una historia negativa a sus alumnos sobre esa parte macabra de nuestra historia, parece que ha sido adoptada por este gobierno y vamos a poder educar a nuestros hijos y nietos dentro de un marco educacional especial para evitar que esta bestialidad se repita. A Uribe hay que ahorcarlo en La Haya, pero a nuestros hijos hay que educarlos para que esta barbarie no se repita. El nombramiento de la hija del Magistrado Uran, asesinado por el Ejército durante la toma del Palacio de Justicia en 1985, para encabezar este proceso de educación especial sobre nuestra historia reciente, ha sido una elección acertada, pues ella va a traer el modelo alemán de educación que yo sugerí hace dos años, y que es el más apropiado.
Me siento fortalecido de saber que, de todo lo que he dicho por aquí estos últimos 10 años, algo mío ha terminado en este proceso por la reconciliación y la paz.
Todo palidece confrontado con esta noticia. Que si Quintero renunció, que si Semana y los indígenas, que si las elecciones, que si Nicolás Petro se burló de la Fiscalía. Esos hornos sepultan todo, pues son el símbolo de una época nefasta de nuestra historia, quizá la más nefasta.
Y ya que mis ideas parecen haber calado, voy a dar otra: ese sitio, Juan Frío, debe convertirse en un museo como Auschwitz, y a todos los niños de Colombia hay que llevarlos a que conozcan ese sitio con tours organizados. Hay que enseñarle a nuestros muchachos la cara de la barbarie, para que tomen conciencia de las ventajas de la civilización.
Y de una vez lo advierto: si nuestro bruto país escoge en el 2026 un presidente que no sea al menos de centro-izquierda, prefiriendo regresar a un animal del Uribismo, ese hijo de puta va a tumbar todo este proyecto y va a reversar toda la historia. Este experimento de haber elegido por primera vez en la historia a un presidente de izquierda no puede acabar con Petro, incluso con todas las cagadas que se ha mandado este gobierno en este primer año. Esto apenas empieza, y se necesitan como dos presidentes más de izquierda para que la transformación de Colombia y la paz total cuajen en la realidad del país. Con todo lo malo que usted pueda pensar que Petro es, el tipo es infinitamente superior a los animales que perpetraron este horror. A eso no podemos volver jamás. De hecho, yo soy partidario de prohibir el Uribismo como fuerza política de por vida. Colombia no resiste otra oleada de Uribismo, a eso es imposible volver. Es preferible una guerra civil, a volver al Uribismo.
Y si la gente en Colombia tuviera dos dedos de frente, en especial en Medellín, nadie volvería a votar por un candidato Uribista en su vida, para nada.
En Villa del Rosario, en donde se firmó hace 200 años la constitución de la Gran Colombia, también se firmó la escena más horrible de nuestra historia.
Necesitamos una película bien hecha sobre esta historia. Todo el mundo tiene que ver este holocausto. El día que se haga esa película, a Uribe no le vuelven a dar una mesa en un restaurante en ninguna parte del mundo, y eso es lo que él se merece, el desprecio de toda la Humanidad…
El desprecio y la horca…