
Por: Álvaro Forero Tascón____
Opinión – El Espectador / www.latardedelotun.com
______ LA POLÍTICA Y BUENA PARTE DEL periodismo colombianos están petrificados porque de mirar solo a Petro, que es el árbol, no ven el bosque.
El bosque, según las encuestas, tiene graves problemas. El pesimismo de los ciudadanos está alrededor del 70 %, solo cerca del 20 % considera que las cosas están mejorando.
Los petrificados le atribuyen la responsabilidad a Petro, señalando que su imagen favorable está alrededor del 32 % y su desfavorabilidad es del 60 %. Pero la Invamer Poll (de la semana pasada) tiene la ventaja de que mide cada dos meses la percepción ciudadana sobre los mismos temas, desde 1994. Según esa encuesta, la favorabilidad actual de Petro, 32 %, es superior a la que tuvo Iván Duque durante buena parte de su presidencia y comparable a la de Juan Manuel Santos en su segundo gobierno.
Si la favorabilidad presidencial sube principalmente en momentos de esperanza de cambio, al inicio de los mandatos —la de Santos llegó a 43 %; la de Duque, a 47 %, y la de Petro, a 56 %—, y baja cuando los hechos o la tensión social desinflan esas esperanzas, quizás hay que buscar la causa en el bosque y no en el árbol. Es comprensible que un país con las problemáticas gigantescas que tiene lleve años sumido en el pesimismo (se ha mantenido arriba del 60 % en buena parte de los últimos nueve años), sobre todo porque no mejoran. Una columna mía de 2014 sobre las “Las cinco plagas colombianas” mencionaba “la percepción de que los problemas estructurales del país son eternos y no solo no mejoran, sino que la política no propone fórmulas ni líderes para superarlos”. Hoy las íes —la ilegalidad, la inequidad, la impunidad y la informalidad— siguen prácticamente iguales. En todas Colombia es potencia mundial.
Los problemas coyunturales que más agobian a los ciudadanos —como la inflación, la inseguridad, las tarifas de energía, los grupos ilegales, entre otros— no son de ahora como plantean los petrificados, tapando con el árbol para no ver el bosque, sino que vienen creciendo desde el gobierno anterior o son bombas que están estallando ahora, como los precios de la gasolina.
Como las plagas estructurales, estos problemas graves vienen creciendo por el inmovilismo que paraliza al sistema político desde hace unos años y del que el Gobierno Duque fue el mayor promotor. La petrificación se explica por la perplejidad de los opositores de Petro ante el hecho de que es un presidente radicalmente diferente a los anteriores, pero, en lugar de atribuirle todo al presidente, hay que preguntarse por qué se produjo ese cambio. Claramente, porque las necesidades de cambio vienen aumentando y solo un político que ofrece verdadero cambio puede ganar.
El triunfo de Petro lo facilitó el inmovilismo del periodo Duque, basado en frenar los cambios introducidos por Santos, y si logran frenar a Petro, la frustración ciudadana crecerá exponencialmente y solo podrá ser encauzada por quien prometa cambios brutales, un populista de derecha o de izquierda.
Solo negociando con Petro unos cambios institucionales que el país pide en las calles, en las elecciones, en las encuestas, mirando el bosque, se podrá encauzar el río que crece desde hace años. Los ríos se encauzan, no se pueden frenar porque estallan. Hay que aprovechar el equilibrio político para hacer cambios sensatos, como en el 91.