
EDITORIAL – 19.11.23
El término federalismo se pone nuevamente sobre la mesa en el devenir político y social de la Nación. Desde partidos de reciente creación, Fuerza Ciudadana del ex gobernador del Magdalena Carlos Caicedo y En Marcha del político norte santandereano Juan Fernando Cristo, como también de movimientos cívicos territoriales e intereses económicos regionales – Antioquia federal -, se ha tratado de manera tangencial un asunto de suprema importancia, la autonomía territorial. Síndrome inequívoco de la ambición de un federalismo comarcal, expresado en el cacicazgo provincial de ambiciosos políticos que otean su lejana posibilidad de un protagonismo de primera línea – Presidencia de la República -.
“En la Constitución del 91 se estableció con buen juicio que el 46,5 por ciento de los ingresos corrientes de la nación se transferirían a los departamentos y municipios, con el propósito de fortalecer la capacidad de los entes territoriales para definir su propio modelo de desarrollo, acorde a sus potencialidades, su ubicación geográfica, sus tradiciones culturales, etcétera”. Apartes de la columna de Cristo hoy 19.11.23 en la revista Cambio, reflejado está, el verdadero interés por este espinoso tema de los caciques locales, el manejo de los recursos públicos en las regiones, que se circunscribe al hecho terrenal del chanchullo con el erario.
Peligroso por demás es el entregar este manejo a quienes tienen afiladas uñas y la experticia demostrada para disponer a su antojo de los recursos del estado. Las alcaldías y gobernaciones son nidos de corrupción atemporales y sin controles eficaces, los dineros se mal invierten, de acuerdo a los planes de cada mandatario, en la mayoría de los casos, ni eso. Basta ver como sencillo ejemplo los escenarios deportivos de los juegos nacionales en el Eje cafetero, improvisación, escenarios sin terminar, logística mal planeada etc. Cuando finalicen, los mandatarios sin sonrojarse dirán “cumplimos” y los medios recompensados multiplicaran falsas narrativas de éxito.
Los recursos administrados directamente por los entes territoriales aumentarán exponencialmente la corrupción. Cuidado con este entuerto, este craso error que con banderas mendaces quieren hacer pasar para convertir en feudos las ya maltrechas finanzas regionales.