
Por: Felipe A Priast – Perfil de Facebook / www.latardedelotun.com
_______ Nueva York ya no es lo que era antes.
_______ Hoy ha salido un artículo en el New York Times sobre “los niños migrantes que venden dulces en el subway”. Esa costumbre detestable (por necesidad, supuestamente) de subirse a un sistema de transporte público para vender dulces o cantar alguna tontería, a cambio de dinero de los pasajeros, ya ha llegado al subway de Nueva York. Es decir, el mismo show que te encuentras en un bus de Puerto Colombia, o en el metro de Medellín, ya lo encuentras en la línea “B” entre el Bronx y Manhattan…
Y las entidades oficiales han hecho un trabajo decente en Nueva York, se las han arreglado para acomodar como a 180 mil inmigrantes, en su mayoría, venezolanos. Les han dado techo y educación a los niños. Pero el artículo dice que los padres de los niños ponen a los pelaos a vender dulces en el subway.
Es decir, en lugar de buscar “el sueño americano”, esos inmigrantes están trayendo a Nueva York su mentalidad pedigüeña del Tercer Mundo.
Pero eso acá es inaceptable. Unos niños no pueden capar escuela (que es gratis e incluye alimentación) para ir a vender dulces al subway como lo hacían en Medellín (antes de llegar a Nueva York), acá tienen que estudiar.
Leo esto y me acuerdo de un carajo que vino a pedirme plata mientras me tomaba un trago con un amigo la última vez que estuve en Cartagena. El tipo iba de mesa en mesa en un café del centro de La Heroica pidiendo plata acompañado de su mujer y sus dos hijos.
Cuando llegó a mi me mesa casi lo mato por usar así a sus hijos, es decir, para causar pena y forzar la limosna, y el tipo casi se sale de la ropa y me pega diciéndome que el era “veterano del ejército y que había sido herido dos veces en combate” (???). El tipo estaba cuajadito y bien alimentado, al igual que el resto de su familia.
En otras palabras, él y su familia eran “mendigos profesionales”. Mendigar, no como medida desesperada, sino como opción más conveniente que trabajar.
Y yo se que en Latinoamerica hay mucha pobreza, pero mi teoría es que, entre trabajar dignamente y mendigar, obteniendo ingresos similares, el latinoamericano prefiere mendigar, esa vaina está en su ADN.
Lo dije el otro día por aquí en otra nota: en Colombia (y otros países de la región) la gente te pide cosas regaladas sin aspavientos, incluso gente de tu mismo círculo social. Pedir regalado es un vicio, algo normal en Latinoamérica.
Entre robar, pedir o putear, y trabajar, un gran porcentaje de Latinoamericanos prefiere robar, pedir y putear. Esos “ríos” de putas en Medellín y Cartagena son la prueba de que una pelada de esas prefiere poner culo todas las noches que trabajar en una fábrica o ser dependiente de un almacén.
En resumen, la gran ambición del Latinoamericano no es conseguir fortuna y progreso con su trabajo sino conseguirse a alguien a quien explotar, volver “marrano” al otro y sacarle.
Esto es increíble. El estado de Nueva York les está dando techo, educación e incluso comida, y esta gente prefiere mandar a sus hijos a pedir plata al subway, porque esa vendida de dulces es una mendigada disfrazada…
A mi me han tocado varias oleadas de inmigrantes en este país en los casi 30 años que llevo acá desde que era estudiante. ¿Yo por qué nunca he visto un inmigrante ruso vendiendo dulces en el subway?, ¿o uno afghano?, ¿o uno chino?, ¿o siquiera uno africano?
Y si un latinoamericano alcanza el éxito en algo, de inmediato se le pega toda la familia para sacarle. Eso lo vemos todos los días con los deportistas exitosos de nuestra región.
¡Somos una raza sin dignidad, francamente, estas noticias me bajonean!