
Por: Leonardo Franco Arenas – www.latardedelotun.com. ——-
- Con cierto tufillo secesionista o frontera de la impunidad.
Los buenos muchachos de Antioquia, esa gente de bien que ya conocemos e identificamos sin mayor esfuerzo, andan montados en un proceso mameyudo o zipotudo dirían algunos, morrocotudo o desaforado comentarían otros. Inconstitucional y en contra del ordenamiento jurídico declararían los abogados, lunático e insensato sostendrían los más.
Maduran la idea de independizar su departamento de Colombia, o al menos, de manera oportunista azuzar la masa para así presionar al Estado legalmente constituido a variar su política de gobierno y buscar el amparo a sus múltiples delitos.
Hay que tener en cuenta que la secesión no es solamente la formación de una asociación política entre personas o la negación de un grupo a obedecer las leyes del estado. Es también la toma de una parte de un territorio reconocido como parte de otro.
¿Está la dirigencia política de derecha paisa, parte del empresariado y algunos medios de comunicación de Antioquia, cabresteados por el hombre del ubérrimo, ambientando seriamente la posibilidad de separarse de la República? ¿Qué buscan con esto? ¿Blindarse para que la ley no los atrape? Estos bandidos saben cositas y algo se traen entre manos con tanto humo.
- El misterio del teflón de Uribe.
Por fin se ha develado el misterio del reconocido y sobrevalorado “efecto teflón” del ex presidente Uribe, el que durante casi 20 años lo ha acompañado. Con picos altos desde 1997 aproximadamente, hasta 2014, de acuerdo a las encuestadoras que lo medían y mantenían al tope su popularidad. El otro efecto, ese conocidísimo de que nada se le pegaba, siempre lograba evadir cualquier intento de asociarlo con las redes criminales que lo han rodeado de manera cercana, y por lo cual se ha inferido que él es la cabeza. Los responsables han sido los otros, familiares, amigos, políticos y serviles en el gobierno, ¡Culpables todos, menos él!
La revelación de este misterio se da en el furibundo y violento ataque de los grandes medios de comunicación encabezados por sus periodistas estrellas, secundados por toda la camarilla que los acompaña, presentando y transformando un escenario normal en apocalíptico. Crean un estado de terror, tergiversan la realidad convirtiéndola en caos desde los micrófonos y cámaras.
Con Uribe nada de esto pasaba aun cuando la realidad durante 20 años fue la barbarie, con una ferocidad suprema en contra del pueblo. Callaron y callan, taparon y aún tapan, su tarea fue aupar este régimen de horror, descorrer velos, elevar cortinas espesas de humo, mirar para otro lado mientras estos bribones delincuentes hacían de las suyas. La pregunta es, ¿este silencio cómplice no tiene castigo? ¿Los copartícipes del horror quedan impunes?
Este canalla silencio de los medios, proclives a arrodillarse ante los amos del poder económico y sus secuaces políticos, ES EL TEFLÓN, ese que ha recubierto al hombre del ubérrimo. Afortunadamente para Colombia ese miserable recubrimiento es el que en hora buena carece el presidente Petro.