EDITORIAL: UNA ENFERMEDAD LLAMADA URIBISMO.

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El país asiste perplejo a un sainete montado por el ex presidente Uribe, abogados y “cipayos”, con el cual pretenden denostar gravemente de la imparcialidad, la ética y el conocimiento de la jueza que lleva el caso, por los presuntos delitos de soborno, soborno en actuación penal y fraude procesal del que es acusado por la fiscalía y llamado a juicio el hombre del Ubérrimo.

Es penoso por decir lo menos, que únicamente sustenten su defensa en la estrategia de acciones dilatorias para que este caso pueda precluir en octubre, lo anterior, pasando por encima de cualquier consideración, al límite del código penal y sin sonrojarse un ápice ante estas actuaciones dignas de las leguleyadas más desesperadas y sórdidas tramoyas.

En los espacios por donde ha pasado Uribe y su séquito han ocurrido los peores crímenes en este país, corrupción, violencia social y política, narcotráfico, desapariciones, desplazamiento, crímenes de lesa humanidad, cooptación del Estado e impunidad; su poder casi ilimitado en algún momento, se esparció como un cáncer por toda Colombia, en todos los escenarios posibles. La virulencia de su accionar contaminó inclusive las instancias más respetadas del Estado como las Cortes y los estamentos de justicia en general.

El entramado se formó a través de un triunvirato soterrado e infame, el poder político, el poder económico y el narcotráfico, con esa supremacía incontestable, infiltró también y corrompió todas las esferas del poder público, militar y privado. Este triunviro antioqueño ha sido el eje de todos los males del país.

En Colombia pocas personas se han enfrentado a esta peste nacional y más pocos aun los que han sobrevivido, mencionemos solo tres: Gustavo Petro, Iván Cepeda y el periodista Coronel. Otros como investigadores, testigos, acusadores, líderes sociales y de derechos humanos han sido víctimas de diversas maneras.

Hoy, la realidad es que esta enfermedad aguda y pestilente ha ido perdiendo fuerza, en pocos colombianos persisten estos síntomas que los llevan a ser ciegos, sordos, mudos y alienados mentales.

Por esa razón subsisten mandaderos y siervos remunerados que acolitan las trampas, que les abren un portillo a estos hábiles ratones para escapar del cepo. “El Tribunal Superior de Bogotá ha decidido, que la jueza del caso aparentemente no ha actuado de forma imparcial, y por ello ha ordenado la suspensión temporal del juicio” Inaudito, habrase visto tamaño despropósito y falta de justicia.

Colombia ya está superando la terrible peste, sin embargo, el contagio y el hedor aún lo sufren algunos pocos indolentes.

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