
Por: Leonardo Franco Arenas / www.latardedelotun.com._______
La abogada y columnista Ana Bejarano presentó, desde la organización El Veinte, junto con su socio y amigo Emmanuel Vargas Penagos, una demanda ante la Corte Constitucional, de motu proprio (según expresa ella), con el argumento de proteger el principio de la neutralidad de la red. Solicita a la Corte que invalide un artículo de ley que permitía a las empresas de telefonía celular ofrecer datos gratis en ciertas aplicaciones previamente seleccionadas por ellas, en el marco de planes comerciales ofrecidos por estas compañías.
De acuerdo con lo expresado por la abogada en su columna de hoy, 01.06.25, en la Revista Cambio, se trata de un acto civil y desinteresado para proteger a los que ella menciona varias veces como “los pobres” de Colombia.
La explicación que da esta estratificada letrada, es fatua, exagerada y mentirosa, esta acción resulta un ataque directo al bolsillo de los más necesitados y, lo que es aún más grave, al aislamiento comunicativo e informativo. En su argumentación torpe, se enreda en una maraña de explicaciones incoherentes que se pierden en el laberinto infinito de su pretenciosa verborrea.
En este acto, solo hay dos posibles explicaciones: una, que detrás de esta hay una jugosa tajada de quienes se benefician con esta prohibición; y dos, que busca recortar de un plumazo la oportunidad de saber lo que sucede mediante las redes, las cuales son utilizadas por los estratos 1, 2 y 3 como medios de comunicación, pero sobre todo como fuentes de información sobre la verdadera actualidad del país. Sería un plan maquiavélico para vendar, silenciar y ensordecer a quienes tienen otra oportunidad de informarse, por canales distintos a los grandes medios corporativos.
En esa orilla están los verdaderos magos del complot y del camuflaje: caballos de Troya ocultos que posan de independientes, los jefes de esta columnista y sus secuaces, quienes no son más que operadores de este tipo de argucias. Abramos los ojos, pues, que esta abogada no es ninguna monja de la caridad, y reconozcamos que solo es el brazo de una cuadrilla fascista interesada en aislar al pueblo. ¡No lo lograrán!