
Por: Epifanio Marín Ríos – www.latardedelotun.com
______ Es muy plausible la intención del Presidente y su equipo de colaboradores para construir un Plan Nacional de Desarrollo, con base en la caracterización de necesidades identificadas por la sociedad y propuestas de solución a través de procesos de participación. No obstante el buen espíritu del ejercicio y esperando no ser mal interpretado por mis conceptos, es muy importante que en el proceso se manejen con guante de seda algunos temas de gran sensibilidad que podrían generar sesgos y dar al traste con las buenas intenciones del Presidente Petro.
Me refiero a asuntos como la redistribución de tierras dado que, de una parte es claro que las acciones de fuerza mediante ocupación ilegítima de tierras, que se vienen poniendo en práctica, para nada están ayudando en la consolidación de un verdadero estado de derecho y de otra, porque en el país se cuentan casos donde, una vez se cumple con el requisito de tenencia por un periodo mínimo establecido en la titulación, las propiedades son vendidas a un tercero generándose mecanismos cíclicos perversos de apropiación sin interés productivo, sino exclusivamente económico.
Otro aspecto que llama poderosamente la atención es la manera como se desdibujan, o mejor se satanizan sistemas de producción que gozan de total legalidad, sin tener en cuenta las bondades o beneficios directos e indirectos que estos brindan. Me refiero, por ejemplo, a las plantaciones forestales productoras, las cuales hoy solamente ocupan el 0.43% del territorio nacional, pero contribuyen enormemente en la protección indirecta de los bosques naturales al suplir la oferta de maderas y otras materias primas para múltiples usos que, de no contarse con dichas plantaciones, tendrían que obtenerse del bosque natural con consecuencias altamente desastrosas.
Un tercer tema que no pasó desapercibido es la forma como se mira lo relacionado con la gestión de riesgos, donde muchos simplemente creen que la solución está en reformar a las Corporaciones Autónomas Regionales, bajo supuestos no muy claros sobre corrupción y mal manejo de excesivos presupuestos que dichas entidades perciben y que sólo existen en el imaginario, pues salvo algunas corporaciones muy poderosas, los presupuestos de la mayoría de las autoridades ambientales están muy por debajo de las tareas que deben asumir. De hecho al revisar el trasfondo de las situaciones de desastre que hoy tienen en jaque al país se encuentra que sus raíces están más en la falta de un verdadero ordenamiento territorial actualizado, moderno e integrador, instrumento que no ha sido asumido con seriedad por los municipios, los gobiernos regionales, ni el gobierno nacional; además de su obligatorio cumplimiento, que debería partir del control efectivo a la ocupación de Áreas registradas como de riesgo no mitigable, pues cuando me refiero al control es porque, al igual que el de la titulación de tierras, este se ha convertido también en un negocio cíclico y perverso utilizado no sólo por políticos, sino también por grupos y personas que actúan por fuera de lo normativo y lo legal, de igual manera porque los instrumentos de planificación podrían cerrar la brecha rural-urbano reconociendo la interdependencia entre esas áreas.
El cuarto asunto que, definitivamente me llamó a la reflexión, es el de los subsidios que el gobierno pretende entregar a un importante porcentaje de la población, llámense madres cabeza de hogar, ancianos y personas desempleadas, pues entre los participantes, con los cuales tuve la oportunidad de compartir durante el evento, percibí varias visiones y preocupaciones, por ejemplo: en el campo se percibe como una de las razones del déficit de mano de obra, que fomenta el desinterés por el trabajo y conlleva al abandono del campo; entre la clase trabajadora, que lleva años cotizando para su pensión, se respira desengaño y desmotivación y finalmente quienes de una u otra manera tienen relación con la economía del país,