
Por: Leonardo Franco Arenas – www.latardedelotun.com
_______ “Un murciélago cayó al suelo y de inmediato fue atrapado por una comadreja que detestaba las aves. Viéndose a punto de perecer, le suplicó a la comadreja que lo dejara vivir. La comadreja se negó, diciendo que era su naturaleza ser enemiga de todas las aves. Resuelto a no darse por vencido, el murciélago le aseguró que no era un ave sino un ratón. Dudosa, la comadreja se acercó al murciélago y al notar que este no tenía plumas, lo dejó en libertad.
A los pocos días, el murciélago volvió a caer al suelo y fue atrapado por otra comadreja. Sin embargo, esta comadreja sentía una gran hostilidad hacia los ratones. Nuevamente, el murciélago rogó por su vida. La comadreja se negó, afirmando que desde el día de su nacimiento es enemiga de todos los ratones. El murciélago le aseguró que no era un ratón sino un ave. La comadreja se acercó al murciélago y al observar sus alas, lo dejó volar. Fue así como el murciélago escapó dos veces”.
Puede pensarse que la moraleja es: De sabios es, adaptarse a las circunstancias. Otra podría ser, que según la situación se cambia de fisonomía aprovechando la ignorancia de la comadreja.
No me extraña que los principales defensores de pasados gobiernos y del establecimiento anterior fueran, los poderosos políticos, los grandes empresarios, los dueños de la economía, en resumen, los propietarios del país, también, sus áulicos y beneficiarios de su estela corrupta, todo eso es entendible. Es por ello que ahora se ven desesperados pataleando porque les quitaron el poder e inventan bulos y falsas narrativas tratando de engañar las comadrejas, eso es normal. Lo que es excepcional, sorprendente y tropical, es que haya personas de estratos 1, 2 y 3, envueltos en este maremágnum urdido por la derecha para defender a ultranza a sus propios déspotas, quienes los han esquilmado históricamente birlándoles hasta la dignidad.
El refrán popular reza: “No hay peor ciego que el que no quiere ver” la inutilidad y el desgaste de intentar convencer una persona para que vea lo que finalmente no quiere ver. Nadie es dueño de la verdad, ningún ser humano está exento de equivocarse, pero cuando las experiencias vividas a través del tiempo son irrefutables y las pruebas contundentes, solo quedan dos explicaciones para no entender, es tozudez o es estupidez, o una mezcla de ambas.
Tengamos presente en este grupo a quienes hacen maromas y maldicen el pago de la cuota del apartamento, deuda a 20 años. Aquellos que andan hasta el cuello con las cuotas del carrito, la mayoría de veces, de segunda. Los que por un esnobismo pendejo de quien se “cree más” “de mejor familia” o “con mejores apellidos” tienen a sus hijos estudiando en un colegio carísimo aparentando lo que no son, con la proyección a futuro de mejores amistades para los niños, pagando semestralmente mucho más que lo que se paga en un semestre de pregrado en la mayoría de las universidades del país y con el agravante que los principales ladrones de Colombia son egresados de las mejores instituciones educativas, claro que hay excepciones.
Por eso es común en aquellos que levantan el mentón y sacan pecho cuando un poderoso de cualquier clase les da una palmadita en el hombro o les dirige la palabra o les permite un empleo mal remunerado, suben supersónicamente de nivel, pero mental, haciéndose parte del poder. ¡Que paradoja!