
EDITORIAL
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______ A finales del siglo XIX comenzó a utilizarse la expresión “El cuarto poder” atribuida al escritor, orador y político, Edmund Burke, muy famoso e influyente en su época. La frase hace alusión a los medios de comunicación y prensa en general como un sector dotado de gran poder e influencia en asuntos sociales, económicos y políticos de un país.
En Colombia y otros paises del mundo, los medios de comunicación han monopolizado gran parte de la escena política nacional, por su penetración en las diferentes capas de la sociedad y el poder que ejercen para amplificar temas que pueden ser intrascendentes, o temas de importancia nacional, generando discusión, pero, ante todo, permeando el imaginario social para provocar divisiones en la percepción real de las cosas, invadiendo los espacios y las funciones que ejercen los poderes del Estado. Esta influencia creada desde los medios, propiedad de grandes grupos económicos, se focaliza en manipular la opinión pública, con la “libertad” de tomarse atribuciones que no corresponden a su labor informativa.
Estos grupos de presión (los medios) actúan directamente en el escenario político nacional, concretamente sobre el gobierno como fiscalizadores de su obra, desde: Los micrófonos, titulares de prensa escrita, sets de noticieros de Tv y ahora desde las redes sociales, ejerciendo su labor de manera omnipotente para rechazar ante la opinión pública cualquier iniciativa que vaya en contra de los intereses de sus propietarios y representados. Los medios de comunicación se han convertido en difusores todopoderosos de sus verdades incontrovertibles, ya sea con: bulos, verdades a medias, cortinas de humo, difusores de temas insustanciales otorgándoles la importancia de primer nivel que no tienen, para desviar la atención de lo fundamental.
A partir de la globalización y la detección de oportunidades de poder casi ilimitado, los conglomerados económicos han monopolizado los medios, desde allí pretenden marcar la agenda y las prioridades de los Estados. Las conveniencias de cambio en una sociedad, que generalmente anuncian los gobiernos deben ser anuladas, el dominio de este inmenso poder se ha concentrado en muy pocas manos, quienes se encargan a través de la desesperanza, el miedo, el manejo del caos imaginario, de las falsas narrativas, imponer maneras de pensar, valores ajenos, creencias ficticias, formas de vida sometidas, con el fin de instaurar regímenes homogéneos, subyugados de acuerdo a sus intereses. Desde el incentivo del temor, el miedo y a la incertidumbre preconcebida intentan manejar el supuesto imaginario general de las sociedades.
Hay que democratizar los medios de comunicación, desde las comunidades, barrios, pueblos, empresas pequeñas y medianas mediante estructuras modernas y contemporáneas que sean los canales indicados para ejercer las labores periodísticas para el bien común y para que la información no esté fundamentalmente al servicio de intereses privados desde los grandes medios.