
Por: Leonardo Franco Arenas / www.latardedelotun.com
“El trabajo del maestro no consiste tanto en enseñar todo lo apreciable, como en producir en el alumno amor y estima por el conocimiento”. John Locke
En sus postulados Locke sostiene que el conocimiento proviene de la experiencia y la reflexión, defendiendo la importancia de las ideas simples o complejas para la formación del conocimiento.
Inicio estas líneas citando esta frase del pensador inglés, considerado el padre de liberalismo clásico y de la teoría filosófica empirista que sustenta la experiencia como base de la formación de las ideas y el conocimiento, a la educación con sus tesis acerca de los derechos individuales desde la igualdad y la libertad.
Soy Leonardo Franco Arenas director del medio digital La Tarde del Otún, discípulo en la educación media en el INEM Pereira de nuestro admirado y respetado Carlos Adolfo Saracay Rivas, Saracay, Carlitos o Profe, como fue tratado siempre por todos los inquietos estudiantes de esa época.
Saracay, maestro y filósofo, no necesariamente en ese estricto orden, de lo que si estamos convencidos la mayoría de quienes tuvimos la oportunidad de ser guiados en una nueva dimensión del pensamiento, sobre asuntos y cuestionamientos fundamentales relacionados con el ser humano: realidad, existencia, ética, valores, el ser; en fin, que fue el tutor en ese despertar de conciencia sobre lo que éramos, la historia, el mundo, la humanidad y las responsabilidades sociales.
A Carlitos se le reconocen muchas cosas en su largo trasegar como educador, pedagogo, filósofo y sobre todo de especial ser humano, también ha sido identificado por sus destrezas de compositor, poeta, músico y BOHEMIO en mayúsculas y resaltado.
Cae como anillo al dedo esta visión del pensador inglés con la percepción que he tenido del Maestro. Personalmente creo que ha sido un formador sin imponerlo, del pensamiento crítico de sus alumnos y aún de quienes lo rodean fuera de los espacios educativos, mediante la motivación a la lectura y a la observación del mundo. Lo que plantea en el libro, aún desde la introducción puede resumirse en una corta frase con la que personalmente remarque la invitación publicada en La Tarde del Otún para el lanzamiento de este texto: “la curiosidad y el conocimiento”.
Es un dialéctico recorrido a través de 10 lecciones con reflexiones espontáneas como lo dice el autor, a partir de un momento singular compartido íntimamente con su recién nacido nieto, itinerario que transcurre durante los primeros años del pequeño Matías. Una vida que inicia como una caja vacía pero con las inquietudes y la curiosidad del saber, Otra, que ha obtenido experiencia, deleite y sabiduría durante el tránsito por su historia. Tengamos en cuenta que la vida más que la simple experiencia biológica y presencia física, es mucho más compleja, como reflexión profunda y crítica sobre la naturaleza del ser, su propósito y el significado de la existencia.
La sencillez humana del pequeño, la originalidad simple de su nueva experiencia en el mundo y la sapiencia del maestro del orientador, del diestro observador, nos deja un texto que por su sencillez comprensible, las referencias textuales y bibliográficas precisas, abren un mar de posibilidades para acrecentar las ideas y el conocimiento.
Cito uno delos últimos párrafos del escrito, “A esa edad, ni de manera literal, ni metafórica, ni epistemológica lograba entender o más bien aceptar que mi abuelo deseara con tanto convencimiento la muerte” A esa edad querido Maestro Saracay ningún ser comprende la mayoría de las cosas y menos esas tan trascendentes, pero, como tú hoy en el curubito, Matías con tu erudita guía, la experiencia propia que irá adquiriendo y el conocimiento, logrará entenderlo.
“Cada generación, sin duda, se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no lo rehará. Pero su tarea acaso sea más grande. Consiste en impedir que el mundo se detenga”. Albert Camus
Octubre de 2024.