ATENTADO A URIBE TURBAY: NI LA DERECHA, NI LA IZQUIERDA.

Por: Leonardo Franco Arenas / www.latardedelotun.com __________

En Colombia, la derecha política ha tenido una presencia significativa a lo largo de la historia, representada por diversos partidos, figuras y movimientos que promueven ideas conservadoras. Es importante destacar que las prioridades en las agendas de la derecha han sido: seguridad, defensa de la apertura económica, inversión privada y reformas para favorecer al sector empresarial, así como la priorización del orden público en diferentes formas permitidas por la ley y posiciones retrasadas en temas de valores familiares, religión y cultura.

Por lo señalado anteriormente, la derecha, como posición ideológica de sus militantes y dirigentes políticos, se aferra a conservar el poder que lentamente está perdiendo en la actualidad frente a un gobierno progresista (ya perdieron el poder ejecutivo). De igual forma, la opinión pública y parte de su militancia, que durante décadas estuvo adormilada e inmersa en una narrativa falaz estructurada desde el poder económico, político y los medios —como herramienta publicitaria—, migra hacia otros sectores.

Este el mayor componente de la derecha en Colombia: una franja aleccionada y manipulada, que se ubica en un espectro político que no le pertenece, pero del cual forma parte por desinformación y miedo. Olvidan que son marginales, importantes solo en fechas electorales. Son componentes de esa masa de población a la que se le hizo creer durante décadas que, a ese lado, serían de mejor familia. Por eso señalan, condenan, inventan narrativas, incriminan y satanizan el progresismo… pero hasta allí. Desde esta óptica, considero que la derecha colombiana no cometió ese exabrupto político en este cometiendo este atentado.

Por otro lado, la izquierda en Colombia ha estado históricamente enfocada en promover la justicia social, los derechos humanos y la igualdad (o mejor, la equidad). Desde los movimientos de reivindicación social, y hoy día con el primer gobierno de izquierda (progresista) en 200 años, ha buscado desarrollar políticas de Estado con postulados y principios que permitan avanzar en la justicia social, la igualdad, la protección de los derechos humanos, el desarrollo sostenible y, principalmente, la paz.

Todo ello con el objetivo de construir un país más justo, inclusivo y sostenible, en línea con los valores de igualdad y derechos de la población. La izquierda en Colombia es el sector político que, en general, ha puesto los muertos: candidatos presidenciales, congresistas, diputados, concejales, dirigentes sociales, presidentes de juntas, ediles, campesinos, afrodescendientes, indígenas y a un largo etcétera de colombianos que han caído en esta confrontación social en la que han sido involucrados.

En el escenario nacional actual, la izquierda goza de buena salud; la resiliencia y resistencia de su base comunitaria ha permitido ocupar espacios que durante siglos le fueron negados. Entonces, si el proyecto social crece, ¿cuál sería la razón para atentar contra un precandidato de la ultraderecha colombiana, quien tiene escasas probabilidades de ser presidente?

La ultra izquierda en el país no existe desde hace varios años. Quienes eran catalogados como tales entregaron sus armas y abandonaron la lucha armada. Los reductos que quedaron han desvirtuado sus ideales políticos y se han involucrado en lucrativos negocios transnacionales, como el narcotráfico y la minería ilegal. Han mutado en bandas delincuenciales conocidas como GAOR (grupos armados organizados residuales).

Entonces, todo apunta a que este acto terrorista fue planeado y perpetrado por la extrema derecha, esa facción que ha tenido el control político y económico del país desde siempre. Tras bambalinas, se aprestan desde las sombras para cometer sus fechorías en beneficio propio.

Ya la opinión pública conoce a estos personajes; han sido desenmascarados. Minutos después de este infausto hecho, con su aliado herido en esta guerra que ellos mismos han dirigido, salieron a los micrófonos y ante las cámaras a culpar al gobierno del cambio, vertiendo gasolina al fuego sin ninguna vergüenza.

Lo peor aún está por venir. No quieren perder el poder y harán todo lo posible, especialmente mediante narrativas de terror y miedo, para amedrentar a la Nación, manipularla mediáticamente y justificar hechos de violencia planificados.

En este maquiavélico y tenebroso plan, estarán involucradas las grandes bandas delincuenciales, el narcotráfico, el contrabando y otros actores del crimen organizado, además de algunos renegados miembros del estado y las instituciones de control, estos operadores ocultos y siniestros se han conocido como “la mano negra”.

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