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Encontré este escrito en uno de los grupos en los que interactúo (no aparece el nombre del autor) y me pareció preciso, duro, pero razonable en contra de narrativas que nos quieren imponer. Hace unos días se publicó en La Tarde del Otún un escrito sobre los “buenos muertos”, la manipulación y la amnesia histórica sobre sus actos: https://www.latardedelotun.com/2025/01/05/la-muerte-brune-la-imagen-de-los-canallas-difuntos/ .
Es cierto que Uribe Turbay no es un difunto; ojalá se recupere pronto y totalmente, sin embargo atraviesa por momentos terribles para él y los suyos. Esa es una dura realidad, pero coincido con este anónimo autor en que no puede ser presentado como mártir ni como un Lázaro que vuelve milagrosamente de la muerte. Sus compañeros de partido han exprimido de manera inhumana su situación, vociferando y señalando como culpable al gobierno, aprovechando el momento para hacer proselitismo político a costa de este hecho.
Volviendo a lo anterior, Uribe Turbay no ha sido una perita en dulce, ha sido uno de los más radicales miembros de esa derecha dominante, en contra siempre de los intereses sociales. Como resalta este escritor, no puede ser paradigma del héroe o mártir de la patria. No se trata de señalar o aprovechar el momento, sino de poner en contexto quien es quien. Ojalá se recupere pronto, que esta difícil experiencia le sea útil para el resto de su vida, y añado, no puede ser considerado un héroe o presidente del país si se salva, o un mártir si fallece.
Invito a leer:
“¿A quién debemos llamar héroe?
A ver si comprendo lo que se nos están pidiendo hoy desde los grandes púlpitos del poder y de la prensa maldita, siempre en contra del pueblo, que cerremos los ojos, que guardemos silencio y que graduemos sin más ni más a Miguel Uribe de “héroe” nacional. ¡Qué rindamos homenaje sin memoria, que sintamos sin contexto!
Y si bien no justifico la violencia —porque amo la paz, porque creo en la vida y en la dignidad del ser humano—, hay verdades que deben ser dichas, por incómodas que resulten.
Miguel Uribe no fue un hombre del pueblo. Fue un hombre del poder. Gastó su carrera defendiendo la violencia impuesta por su partido. Pocos minutos antes del atentado, todavía sostenía con vehemencia que los ciudadanos debían armarse. ¿Es eso heroísmo? ¿O es la continuidad de un modelo paramilitar que desangró esta nación?
Desde su curul negó crímenes contra civiles inocentes. A los falsos positivos, ese nombre que apenas disimula la barbarie, les restó importancia, ignorando indolentemente el llanto de madres a quienes el Estado les arrebató sus hijos. Y durante la pandemia, cuando más necesitaba el país de liderazgo honesto, fue uno de los administradores de un gobierno que desapareció once billones de pesos. Once billones que habrían salvado vidas, dado empleo, devuelto la esperanza. Once billones con los que se le hubiera podido dar oportunidades a niños como el sicario que lo intentó asesinar. Hoy, nadie, sin embargo, sabe dónde están esos recursos sagrados y necesarios.
Ahora, se nos pide que lo honremos como a un héroe del pueblo. Pero los verdaderos héroes del pueblo no son los que alzan la voz para pedir más armas, ni los que desprecian el dolor de los inocentes, ni los que dilapidan o se roban lo que pertenece a todos.
Podemos, sí, orar por su salud y su alma, como lo haríamos por cualquier ser humano. Podemos rechazar la violencia que le tiene al borde de la muerte, como rechazamos toda violencia. Pero no debemos convertirlo en lo que nunca fue, es o será: Miguel Uribe no es un mártir de la patria.
Porque si cedemos al engaño, si permitimos que la historia se escriba con falsedades, entonces matamos de nuevo la verdad. Y con ella, la justicia y la reparación.
Solo un último favor les imploro como pueblo… ¡Qué si durante toda nuestra historia, después de la invasión y el saqueo, nos obligaron a no llorar y olvidar a nuestros muertos ahora no nos impongan que lloremos a los muertos de ellos!
Y que no se confundan mis palabras de dignidad con dureza de corazón, si mañana mismo los integrantes del centro democrático salen a reconocer los muertos de los falsos positivos y a pedirle perdón a las madres de Soacha, mañana mismo yo lloraré públicamente por lo que le está pasando al señor Miguel Uribe.
Pero que el modelo de exclusión de las clases sociales no se repita cuando hablamos de las víctimas y de los muertos. Si los muertos de la oligarquía que ha acabado al pueblo durante tantos años son importantes, también que lo sean los hijos asesinados de los campesinos y de los ciudadanos desprotegidos y humildes victimas constantes de esos oligarcas…”